Todos nacemos con alas, no es coincidencia que asemejamos a los bebés y niños con angelitos, porque existe esa pureza de alma y de espíritu, porque nacimos con alas invisibles, nacemos inocentes y llenos de luz, esa luz que nos da el primer aliento de vida.

Algunos perdemos nuestras alas de un solo golpe, otros poco a poco, paulatinamente, tal vez sin darse cuenta, lo cual resulta terriblemente peligroso al no poder precisar el momento en que el proceso, la pérdida comenzó.

Y es que la esperanza de recuperar nuestras alas reside en ese instante, en el poder paso a paso rastrear por así decirlo momento y lugar donde las dejamos, tal cual perdemos las llaves por ejemplo, si tuvimos conciencia plena entonces podremos limpiar el camino de regreso al pasado hasta encontrarlas, esas alas maravillosas se nos fueron dadas para volar a lo más alto, a experimentar la felicidad y la alegría de las cosas simples y profundas de la vida.

Si por el contrario, una nube de inconsciencia estuvo presente será un poco más difícil la búsqueda pero no imposible.
Tal vez perdimos a un ser querido a una edad temprana, tal vez era uno de tus padres y la ausencia te dejó sin fuerzas, no pudiste levantar mas tus alas hasta que sin darte cuenta ya no las tenias.

Quizás fuiste víctima de bullying en la escuela, ¿eras diferente? ¿Tenías sobrepeso?
¿algún defecto físico que te causó tanta inseguridad que creías que eras merecedor de burlas crueles?
¿Naciste en el seno de una familia disfuncional? ¿violencia doméstica? abusos constantes? cómo podrías volar si no te sentías seguro en tu propia casa…

Te arrebataron la inocencia al haber sido violentada, forzada a realizar actos que ningún niño jamás tendría que experimentar, no perdiste tus alas, te las arrancaron dejándote sangrar para muchos de por vida.

Quizás tuviste una hermosa infancia, ¿quizá volaste alto por muchos cielos hasta que conociste el desamor?
¿Sucumbiste a tentaciones que se salieron de tu control cayendo en un negro abismo?
Que difícil levantar el vuelo desde el suelo…

Tal vez alguna malévola enfermedad se apoderó de ti, ¿perdiste no solo tus alas sino también facultades físicas y/o mentales?
¿Crees que no vale la pena ni siquiera intentarlo?

La enfermedad más peligrosa es la del alma, cuando nos damos por vencidos, nos rendimos y hasta olvidamos que alguna vez tuvimos alas, hubo un tiempo que fuimos felices, puros y que la vida era hermosa, no importa cuán corto o largo haya sido esa época, existió y podemos no importa cuál sea nuestra circunstancia de vida, encontrar nuestras alas, tal vez hayamos sufrimos muchas pérdidas físicas y emocionales, pero con esfuerzo y ganas de surcar el hermoso cielo azul podemos rehabilitar nuestro espíritu.

Tenemos el poder de sanar si estamos dispuestos a lo que sea para encontrarlas, busca tus alas, te están esperando en el mismo lugar donde las dejaste, no pierdas la fe y emprende tu vuelo.