Encontrar nuestro propósito o misión en la vida puede ser una de las tareas más desafiantes para muchos de nosotros.

Parte de la dificultad de este planteamiento se debe al condicionamiento mental al que fuimos sometidos desde muy jóvenes.
Al salir de la prepa buscábamos carreras con mejor demanda laboral, aunque la que nos gustara fuera otra.

Seguimos consejos bien intencionados de padres y maestros que…quieren para nosotros un ‘mejor futuro’.

Así pues, sin saberlo tomamos caminos contrarios a los deseos del corazón, lo que nos hace vibrar.

Es probable que efectivamente logremos estabilidad económica y nos conformamos con pertenecer a una empresa, tal vez a una muy buena y acumular experiencia y escalar peldaños….o no.

Muchos de nosotros y debido a nuestras circunstancias ni siquiera tenemos una carrera profesional, vamos desempeñando posiciones con el objetivo de subsistir y proveer a nuestras familias.

Sin embargo, llega un momento donde nos damos cuenta que el tiempo apremia, que no nos hacemos más jóvenes y recordamos con nostalgia nuestros sueños de pequeños.

Recordamos que éramos buenos para dibujar, escribir poesía, cantar, ciencias, teníamos una imaginación digna de largometrajes muy entretenidos. Nos encantaba organizar cosas, hacer galletas, vestiditos para nuestras muñecas, no solo éramos buenos…lo hacíamos destacadamente bien. No teníamos que preocuparnos de nada más que disfrutar lo que hacíamos con tanta pasión.

Crecemos y hemos escuchado….son cosas de niños, si, niños que no han sido domesticados aún y que aún tienen un espíritu libre!

¿Crees que es simple ilusión pensar que podemos encontrar nuestra misión y verdadero propósito en la vida (Dharma) en aquellas cosas simples que amábamos hacer y que además éramos muy buenos haciéndolas?
Piensa otra vez….