¿Alguna vez tus padres o alguna persona mayor te llamó inconsciente por algo que hiciste y que para ellos no estaba bien?

A mí si, muchas veces, pero pensaba que simplemente era algo que la gente mayor decía. Conforme fui creciendo tenía una necesidad de entender aspectos de la vida que no me quedaban claros sin importar cuantas explicaciones me dieran, pero sobre todo entenderme a mí misma.

Muchas veces buscamos las respuestas en libros, la educación, la religión, seminarios, documentales o asociándonos con los que creemos saben más, de los cuales podemos aprender mucho, sí.

Sin embargo, en mi experiencia y después de muchos años de buscar por todas partes, entendí que no se trataba de aprender más, sino más bien de “desaprender” todo lo que por años acumulé y que daba por cierto gracias al condicionamiento familiar, cultural, social y religioso con el que crecemos. El desaprender significa ‘vaciar’ tu taza completamente y llenarla poco a poco de lo que ahora puedes decidir. De las creencias y valores que tu deseas te definan como individuo, que sean las que tú escogiste y creaste, no las que han sido impuestas.

¿Pero cómo logramos esto?

El paso número uno es tener apertura de mente para concebir otros caminos hacia el crecimiento espiritual, para fomentar nuestra creatividad y reconocer nuestra inconformidad.

Cuestionarnos lo establecido y la manera en que siempre hemos actuado o reaccionado.
Algunos ejercicios que nos pueden beneficiar es preguntarnos lo siguiente:

¿cómo me siento con respecto a…?
¿Por qué me siento así?
¿qué detona que me sienta así?
Mis pensamientos, ¿son positivos o negativos?
⦁ ¿Pienso a mi favor o en mi contra?
⦁ ¿Mis creencias me sirven o me perjudican?
⦁ ¿Qué puedo hacer para actuar diferente?

Estar conscientes significa poder observar nuestros pensamientos, emociones y acciones y de esta manera liberar el poder de tomar decisiones que estén en sintonía y en congruencia con lo que deseamos realmente en nuestra vida.